"La performance et la barbarie sont si étroitement mêlés dans la culture que seule une ascèse barbare à l’encontre de la culture et de ses matrices permet d’entrevoir l’autre face du monde. "
Inakomyliachtchi
"L’esthétique – comme dimension du symbolique devenue à la fois arme et théâtre de la guerre économique – substitue le conditionnement des hypermasses à l’expérience sensible des individus psychiques ou sociaux. L’hypersynchronisation conduit à la perte d’individuation par l’homogénéisation des passés individuels, en ruinant le narcissisme primordial et le processus d’individuation psychique et collective : ce qui permettait la distinction du je et du nous, désormais confondus dans l’infirmité symbolique d’un on amorphe."
Bernard Stiegler
"Maintenant l’homme normal sait que sa conscience devait s’ouvrir à ce qui l’avait le plus violemment révolté :
ce qui, le plus violemment, nous révolte, est en nous."
Georges Bataille

« Partout où règne le spectacle, les seules forces organisées sont celles qui veulent le spectacle. Aucune ne peut donc plus être ennemie de ce qui existe, ni transgresser l’omerta qui concerne tout. »
Guy DEBORD
«Est-ce que la proposition honnête et modeste d’étrangler le dernier jésuite avec les boyaux du dernier janséniste ne pourrait amener les choses à quelque conciliation ?»
Lettre du curé Jean Meslier à Claude-Adrien Helvétius, 11 mai 1671.


« Nous supposons également que l’art ne peut pas être compris au travers de l’intellect, mais qu’il est ressenti au travers d’une émotion présentant quelque analogie avec la foi religieuse ou l’attraction sexuelle – un écho esthétique. Le goût donne un sentiment sensuel, pas une émotion esthétique. Le goût présuppose un spectateur autoritaire qui impose ce qu’il aime ou ce qu’il n’aime pas, et traduit en « beau » et « laid » ce qu’il ressent comme plaisant ou déplaisant. De manière complètement différente, la « victime » de l’écho esthétique est dans une position comparable à celle d’un homme amoureux, ou d’un croyant, qui rejette spontanément les exigences de son ego et qui, désormais sans appui, se soumet à une contrainte agréable et mystérieuse. En exerçant son goût, il adopte une attitude d’autorité ; alors que touché par la révélation esthétique, le même homme, sur un mode quasi extatique, devient réceptif et humble. »
Marcel DUCHAMP

samedi 31 décembre 2011

Puntos de Fuga

La cultura como instrumento de normalización,
inclusión, cohesión y control social

Josu Montero

Como casi todas, "cultura" es una palabra perfectamente rota; rota a la perfección. El concepto que se esconde tras esa palabra no es en absoluto inocente. Oímos, sin embargo, hablar pomposamente de cultura como si de una categoría universal e inamovible se tratara. A unas circunstancias determinadas, a un determinado tipo de sociedad, de relaciones sociales, de relaciones de producción corresponde una cultura determinada. Es preciso, por tanto, colocar tras el sustantivo los apellidos que le correspondan, relativizarla; en este caso: cultura capitalista, cultura consumista, cultura mediatizada y mediática, cultura especular y espectacular. Quien tiene el poder fabrica la realidad a su medida, y lo hace por medio de la cultura. Cultura viene a ser todo ese conjunto más o menos complejo de elementos cuya misión es legitimar esa sociedad; es la encargada de reproducirla, de perpetuarla.


RELOJ, DINERO Y TRABAJO


La cultura es necesaria para crear un consenso sobre el tipo de sociedad, presentándola como la única posible, la normal, la natural, la mejor; normalizando así una realidad que si fuéramos capaces de mirar con otros ojos, igual nos dábamos cuenta de que quizá no es tan normal. La cultura es el principal factor de consenso y cohesión social. Por eso, una sociedad basada en la legitimidad que el bienestar material le otorga, en momentos de crisis refuerza el control cultural sobre los ciudadanos. Así, las capas más desfavorecidas económicamente, las que podrían cuestionar una sociedad basada en el tener, ya que en ellas no tienen, apenas articulan contestación, cuestionamiento, protesta. Sobre aquellos excluidos económicamente, socialmente, el poder debe potenciar la inclusión cultural para que no se produzca una fractura en el sistema.

Un breve paréntesis para un par de reflexiones al vuelo. No solo "los que no tienen" son los que pueden poner en cuestión un sistema basado en el tener. También, y quizá en mayor medida, podrían hacerlo "los que tienen de sobra", al comprobar precisamente que ese tener no les hace seres más felices. Y esto sucede así porque nuestra sociedad no se sustenta en el tener, sino en el alcanzar, en el conseguir; el crecimiento ilimitado e irreflexivo, con lo que eso supone de eterna abolición del presente en función de un futuro que nunca llegará. Me temo que en el ámbito psicológico los efectos de este mecanismo son más demoledores que en el económico o en el ecológico. En la misma medida que en los últimos siglos el reloj se ha entronizado como objeto individual y público esencial, el tiempo se ha esfumado, ha desaparecido, se ha derrumbado. García Calvo habla de la naturaleza esencialmente reaccionaria del tiempo. J. E. Cirlot afirmó que en los últimos siglos de historia el hombre ha ido cambiando a ritmo acelerado espacio y tiempo por objetos. Con ello el hombre se va convirtiendo también en objeto. El reloj, el dinero, el trabajo, santísima trinidad a la que luego regresaremos.


PUEBLO, INDIVIDUO Y MASA


Como decíamos, el poder ha de incluir culturalmente a los excluidos económicamente. Evidentemente no les incluye, digamos, en una cultura de élite, sino en una de segundo orden, de tercera clase. La palabra "popular" ha sufrido un desplazamiento semántico significativo e interesado. Hace ya un buen montón de décadas, "popular" significaba hecho por el pueblo -desborda los límites de este texto entrar a valorar qué quería decir esto-; hoy, por "popular" o "pop" se entiende más bien hecho para el consumo del pueblo. El pueblo no es hoy creador de cultura, es sujeto pasivo, consumidor, espectador, usuario, porque se ha impuesto la cultura del consumo; todo nos llega ya hecho, fabricado, listo para consumir. El capitalismo ha conseguido hacernos libres, libres para votar y para elegir entre un amplio abanico de mercancías. Y es en este sentido que el pueblo ha dejado prácticamente de existir; el poder nos ha convertido o en individuo o en masa. De esta usurpación que el poder ha perpetrado sobre lo "popular", transformándolo en "masivo", y de sus efectos, habla Antonio Méndez Rubio en su reciente y muy recomendable libro "Encrucijadas. Elementos de crítica de la cultura": "Del lado de la recepción, la integración que procura lo masivo busca un borrado de diferencias económicas y de poder, de la amenaza que implica la propia existencia de la underlying population, a partir de la igualdad formal del consumo".


Así las cosas, ¿merece la pena luchar por una integración cultural mayor, de mayor nivel, o más bien por salirnos, en la medida de lo posible, de un sistema que nos oprime y nos consume? El empeño, creo, quizá utópico, debería centrarse en aflojar las ataduras de esa inclusión cultural; pero desde luego, por lo que no deberíamos trabajar es por apuntalar el sistema. Más allá del humanismo y de los principios ilustrados, y dada la situación en la que nos hallamos, es necesaria una reflexión audaz sobre los beneficios de la cultura y sobre sus servidumbres -y no pienso sólo en las más inmediatas y evidentes. Reflexionar, por ejemplo, sobre la naturaleza de las campañas de promoción del libro y la lectura.

Evidentemente pobreza y bajo nivel cultural van de la mano. No merece la pena dar muchas vueltas sobre qué es primero si el huevo o la gallina. Podemos comprobar en nuestras ciudades cómo en los barrios más deprimidos se hallan las escuelas con mayores índices de fracaso escolar y de niños y jóvenes "problemáticos". No podemos olvidar que éste es uno de los engranajes que permite al estado poner en marcha y legitimar su necesaria maquinaria represora, su violencia fundamental. La marginación y la delincuencia; una parcela cultural que parece no interesarle al gran público.


AGONÍA DE LA CULTURA OBRERA


En Euskadi estamos viviendo unos cambios culturales profundos, que se corresponden por otra parte con un fenómeno mundial que Ramón Fernández Durán analizó detenidamente en su libro "La explosión del desorden". Hasta hace unos cuantos años, predominaba aquí la cultura obrera. El individuo interesaba al sistema en tanto que productor; su medio vital y simbólico era la fábrica. Hemos asistido al fin de ese modelo. Hoy, el individuo, en la sociedad del supuesto bienestar, interesa en tanto que consumidor. El centro ya no es la producción, eso se ha desplazado geográficamente hacia otros países donde se puede producir de forma más barata y por lo tanto generar más beneficio. Países generalmente poco democráticos cuyos trabajadores no gozan de los privilegios que disfrutan los trabajadores en la democracia; tantos derechos han llegado a tener que lo más eficaz ha sido hacerlos desaparecer, no los derechos, sino la mismísima figura del obrero. En algo así consiste la famosa globalización.

Aquí la fábrica ya no es el trabajo. Las fábricas han desaparecido prácticamente del paisaje. Hoy, el medio vital y simbólico, el espacio del hombre se ha desplazado al Gran Centro Comercial, gran totem del consumismo. La monumentalidad épica de las fábricas es hoy usurpada por los macrocentros comerciales --o por el Guggenheim, otro gran centro comercial-cultural. Podemos ir más lejos, todo se andará, y afirmar que el espacio simbólico del hombre es hoy la realidad virtual de la pantalla siempre encendida del televisor, o del ordenador. La gente ya no se reúne en una plaza, en los bares; la gente se encuentra en el Hiper, al que acude a pasar sus tardes de sábado. Confluencia de vida social y consumo, con aire y luz artificial. Espacios antes ocupados por las fábricas en los que hoy se levantan Grandes Centros Comerciales. La cultura, el ocio, es cuestión de consumo; la cultura es una industria, una de las más rentables. Hablando de su película "Charles, mort ou vive", el director suizo Alain Tanner afirma: "Adeline sueña con que Ginebra se convierta en una ciudad de fábricas porque, dice, "me horroriza esta ciudad de parques, de instituciones internacionales, en la que no hay fábricas, no hay obreros, esta ciudad en la que no se puede de ninguna forma pisar el césped?. La eliminación de los signos del trabajo unida a un control social rígido. Las esperanzas políticas de la juventud europea fueron sustituidas por el consumo masivo de hamburguesas y también por los viajes organizados (la sustitución de las dos librerías francesas Maspero por dos agencias de viajes simboliza este fenómeno)".

Se ha producido por tanto un desplazamiento de la cultura obrera a la cultura del consumo. Los valores positivos de esa cultura obrera están desapareciendo: valores como la solidaridad; la confianza en la propia fuerza al verse respaldado por muchos otros en las mismas circunstancias; la capacidad de plantear y luchar por reivindicaciones y derechos; una cierta cultura de la calle, espacio donde la gente se encontraba… Que desaparezcan esos valores es un peligro que se traduce en hechos como el retroceso de los movimientos vecinales o la pujanza de las Empresas de Trabajo Temporal (ETT) y la escasa contestación que generan -la figura del obrero solidario se ha hecho desaparecer en favor de la del indefenso jornalero urbano.


DE LA POLÍTICA A LA PUBLICIDAD


En nuestras ciudades se vacían las calles y las plazas y se llenan los Centros Comerciales. El ocio se une directamente al consumo. Y esto es frustrante para quien no tiene capacidad económica, aunque incluso ese hueco está cubierto por las "populares" tiendas de todo a cien. ¿Qué hacer? ¿Reivindicar nuestro derecho a consumir o abogar por otro modelo?


Hay un libro cuyo título resume esto a la perfección: "De la guerra de clases a la guerra de frases. De la política a la publicidad". Actualmente, la política -la lucha por un mundo mejor- ha desaparecido ya que por lo visto el mejor mundo "razonablemente" posible es éste. Existe un auténtico consenso, prácticamente todos los políticos están de acuerdo en lo esencial con el modelo vigente; es sólo cuestión de ir arreglando sus disfunciones, retoque, leves matices... y de mucha retórica. La política se ha convertido en un saber técnico, de profesionales. A los pocos que no están de acuerdo se les demoniza como enemigos de la sociedad. En eso debe consistir el famoso fin de las ideologías.

Hoy la lucha tiene lugar entre productos, para que consumamos; los slogans publicitarios y televisivos llenan nuestra vida. La publicidad crea la realidad. La rentabilidad económica es lo único importante y todo va encaminado a que el individuo sea generador de ella. José Saramago ha escrito que "lo único que mueve y diseña el destino del hombre actualmente es el dinero". El dinero es el detentador de todas las prerrogativas que hasta Nietzsche correspondían a Dios: es omnipresente, omnipotente, no es tangible ni corpóreo pero puede encarnar y habitar entre nosotros cuando la fe flojea, se aparece a los que creen en él y condena a los descreídos. Lo que no se vende o se transmite masmediáticamente es como si no existiera -la conocida teoría de la desaparición de lo real, de P. Virilio- y lo malo es que lo que se vende deja de existir. Y hoy, para vender, se hace espectáculo hasta de los sentimientos.

Lacan, koanalyste ? Analyste, quoi ! Guy Flecher


La recherche du sens a déjà été pratiquée, par exemple par certains maîtres bouddhistes, avec la technique zen. Le maître interrompt le silence par n'importe quoi, un sarcasme, un coup de pied.
Il appartient aux élèves eux-mêmes de chercher la réponse à leurs propres questions dans l'étude des textes ; le maître n'enseigne pas ex cathedra une science toute faite mais il apporte cette réponse quand les élèves sont sur le point de la trouver.

Voilà par quoi s’ouvre le premier des séminaires de Lacan, Les écrits techniques de Freud, premières lignes d’un enseignement qui va se poursuivre pendant près de trente ans. D’emblée Lacan se référe à l’enseignement du zen, et pour ceux qui l’auraient oublié, il rappelle en 1968 au Congrès de Strasbourg :
[…] à Sainte-Anne, où j’ai fait grand état du zen, naturellement qui est-ce qui s’en souvient qu’est-ce que ça peut foutre à quiconque que je me sois référé au zen pour exprimer quelque chose de ce qui se passe dans la psychanalyse.


La formule inaugurale de Lacan désigne ce qui s’appelle un kōan. Elle fait référence directement à cette forme particulière du bouddhisme chinois, le chan, qui est passé au Japon où il survit sous le nom de zen, le terme qu’utilise Lacan. Nous verrons plus loin que ce n’est pas trahir Lacan que de parler de chan, là où il parle de zen.
Le chan est la forme la plus sinisée du bouddhisme qui doit énormément au taoïsme, Shipper affirmant même qu’il serait « spécifiquement chinois, pratique, concret et, surtout, taoïste  ». Et de fait, de tout temps, le bouddhisme, surtout sous sa forme non religieuse avait eu des affinités avec le taoïsme philosophique de Laozi et Zhuangzi, avec la vieille philosophie naturaliste du tao, rivale (mais aussi complément) de la philosophie d’état de Confucius. En particulier, le chan et le taoïsme, avaient tant de points communs qu’il était bien difficile (et pas seulement pour le profane) de les distinguer l’une de l’autre. En ce qui concernait la pensée profonde et le but ultime, rien ne les séparait. La seule et minime différence résidait dans le fait que le chan insistait surtout sur la nécessité des exercices pratiques, alors que le taoïsme portait un intérêt limité certes, mais réel à la théorie.
Le chan se développe au iiie-ve siècles, en réaction à l’institutionnalisation et dans l’idée d’un retour à l’expérience individuelle. Le chan se méfie de la connaissance discursive et des textes. Le goût pour la provocation et pour l’usage d’argumentations paradoxales rapprochent un maître chan tel que Lin Ji et le taoïste Zhuangzi.
L’enseignement recourt alors au kōan (en chinois : gōng'àn 公案) qui est une courte phrase ou une brève anecdote (littéralement : arrêt faisant jurisprudence) absurde ou paradoxale dans lesquelles le maître tente de décontenancer son disciple. C’est bien ce qui fait l’ouverture au(x) séminaire(s) de Lacan. Le kōan est utilisé comme un objet de méditation ou pour déclencher l’éveil ou encore pour discerner l’éveil de l’égarement. Il s’agit de surprendre le disciple afin de le placer dans un état réceptif. Cette démarche est caractéristique du courant Linji 临济, du nom d’un moine mort vers 866.

Or il se trouve que c’est Paul Demiéville, le premier maître en chinois de Lacan qui a relevé le défi de traduire et de commenter les Entretiens de Lin-tsi, dans un livre publié en 1972 5. Dans sa radicalité, le Lin Ji proscrit tout ce qui peut attacher l’esprit comme une béquille inutile, y compris le Bouddha lui-même. Ce livre d’entretiens, recueille les kōan de Lin Ji. L’un d’eux illustre parfaitement les propos inauguraux de Lacan :
Un moine demanda quelle était la grande idée du bouddhisme. Le maître fit khât ; Le moine s’inclina. Le maître dit : « En voilà un qui se montre capable de soutenir la discussion ».
Demiéville précisant que le khât étant « une éructation, procédé inimitable de la maïeutique Tch’an ». Et c’est bien du khât dont parle Lacan : « ce qu’il y a de mieux dans le bouddhisme, c’est le zen et le zen ça consiste à ça, à te répondre par un aboiement, mon petit ami ». Ce serait même ce qu’il y a de mieux pour sortir de l’affaire infernale de la jouissance :
Tout ça ne veut pas dire, mes petits amis, qu’il n’y ait pas eu des trucs de temps en temps, grâce auxquels la jouissance, sans compter quoi il ne saurait y avoir de sagesse, a pu se croire venue à cette fin de satisfaire la pensée de l’être, mais voilà j’ajoute cette fin n’a été satisfaite qu’au prix d’une castration. Dans le taoïsme par exemple, vous ne savez pas ce que c’est bien sûr, très peu le savent, enfin moi je l’ai pratiqué, j’ai pratiqué les textes bien sûr, dans le taoïsme et l’exemple est patent dans la pratique même du sexe, il faut retenir son foutre pour être bien. Le bouddhisme lui bien sûr est l’exemple trivial par son renoncement à la pensée elle-même parce que ce qu’il y a de mieux dans le bouddhisme, c’est le zen et le zen ça consiste à ça, à te répondre par un aboiement, mon petit ami. C’est ce qu’il y a de mieux quand on veut naturellement sortir de cette affaire infernale comme disait Freud.
Cette attitude est celle-là même dont rendent compte les nombreux témoignages sur la pratique de Lacan, de ses « quoi ? » qu’il éructait comme autant de kōan. L’un de ses analysants a même intitulé son livre témoignage : Jacques Lacan, maître zen ? . Voilà qui va à l’encontre de ceux qui voudraient faire de Lacan un Maître au sens cartésien ou antique ou universitaire. Il se propose d’être un maître chan, et peut-être est-ce cela même que lui a reproché l’IPA lors de son excommunication.
Il est à noter que Demiéville, dans un article qu’il fait paraître en 1970 dans la revue Hermès, donne un avant-goût de ce qui constituera son recueil publié en 1972. À cette occasion il présente Lin Ji et son œuvre, présentation qui n’a pas dû échapper à Lacan :
Lin-tsi me paraît être en premier lieu un praticien de la psychothérapie — dira-t-on de la psychanalyse ? — qu’elles qu’aient pu être les théories qui inspiraient sa méthode ou qui lui servaient à la justifier.

L’esprit du chan, Lacan l’a nourri à la fréquentation des œuvres, des poésies, des textes des nombreux artistes que ce mouvement a inspirés au fil des siècles (et son épanouissement au VIIIe et IXe siècles). Ainsi on peut ainsi citer le peintre Shitao dont on sait combien le bouddhisme de l’école chan a eu une influence déterminante sur sa formation intellectuelle et donc sur sa peinture et ses écrits. Lacan s’y réfère dès 1967 lors de ses développements sur le trait unaire . Or cette référence se situe avant la publication du traité de Shitao Les Propos sur la peinture du moine Citrouille-Amère dans la traduction et du commentaire par Pierre Ryckmans. François Cheng nous a rappelé récemment l’importance de cet ouvrage « que jadis, Jacques Lacan et moi, nous avons étudié ensemble  » avec les conséquences que l’on sait. François Cheng a aussi témoigné de leur lecture attentive des poètes chinois dont beaucoup s’inscrivent dans le mouvement chan, lecture commune qui a alimenté les ouvrages à venir de François Cheng.

De l’avis de Paul Demiéville, le plus célèbre logion de Lin Ji, « la quintessence de sa pensée », est le suivant :
Montant en salle, il dit « Sur votre conglomérat de chair rouge, il y a un homme vrai sans situation, qui sans cesse sort et entre par les portes de votre visage. Voyons un peu, ceux qui n’ont pas encore témoigné ! » Alors un moine sortit de l’assemblée et demanda comment était un homme vrai sans situation. Le maître descendit de sa banquette de Dhyâna et, empoignant le moine qu’il tint immobile, lui dit : « Dis-le toi-même ! Dis ! » Le moine hésita. Le maître le lâcha et dit « L’homme vrai sans situation, c’est je ne sais quel bâtonnet à se sécher le bran… » Et il retourna dans sa cellule.
À propos de « L’homme vrai sans situation » et du « bâtonnet à se sécher le bran », Paul Demiéville écrit dans son long commentaire :
Le terme d’« homme vrai » dérive directement des philosophes taoïstes de l’antiquité, encore qu’il ait été employé pour désigner le Buddha ou l’Arhat (le saint délivré) dans les premières traductions chinoises de textes bouddhiques. Le mot « situation » (wei) s’applique dans le langage administratif à la situation d’un fonctionnaire dans la hiérarchie officielle. Comme cette hiérarchie comprenait toute l’élite sociale, la seule qui comptât vraiment dans la Chine ancienne, un homme « sans situation » était un homme hors cadre, privé de statut, une entité indéterminée. C’est à peu près dans l’esprit de Lin-tsi que le romancier autrichien Robert Musil, qui s’intéressait tant au Lao-tseu avant sa mort tragique en 1942, concevait son héros somme un homme sans caractéristiques particulières, Der Mann ohne Eigenschaften. […] Toute définition de l’« homme vrai » ne peut être qu’impropre (au sens propre), vile, ordurière, puisqu’il est par définition ce qui échappe à toute définition. […] En Inde, où il n’y avait pas de papier, on s’essuyait avec des bouts de bois, ainsi que le prescrivent les codes disciplinaires, et les moines chinois avaient adopté cet usage.

Ne peut-on pas reconnaître cette idée dans un propos de Lacan de 1955 :
Ceci veut dire que l’analyste intervient concrètement dans la dialectique de l’analyse en faisant le mort, en cadavérisant sa position comme disent les Chinois, soit par son silence là où il est l’Autre avec un grand A, soit en annulant sa propre résistance là où il est l’autre avec un petit a. Dans les deux cas et sous les incidences respectives du symbolique et de l’imaginaire, il présentifie la mort.
La formule de Lacan « en cadavérisant sa position comme disent les Chinois » restant (pour moi) particulièrement énigmatique.

Une vingtaine d’années plus tard, en 1973, Lacan reprend et précise cette idée dans Télévision, en parlant de l’analyste :
Un saint, pour me faire comprendre, ne fait pas la charité. Plutôt se met-il à faire le déchet : il décharite.
Et de poursuivre :
Ce pour réaliser ce que la structure impose, à savoir permettre au sujet, au sujet de l’inconscient, de le prendre pour cause de son désir.
C’est de l’abjection de cette cause en effet que le sujet en question a chance de se repérer au moins dans la structure. Pour le saint ça n’est pas drôle, mais j’imagine que, pour quelques oreilles à cette télé, ça recoupe bien des étrangetés des faits de saint.
Que ça ait effet de jouissance, qui n’en a le sens avec le joui ? Il n’y a que le saint qui reste sec, macache pour lui. C’est même ce qui épate le plus dans l’affaire. Épate ceux qui s’en approchent et ne s’y trompent pas : le saint est le rebut de la jouissance.
Parfois pourtant a-t-il un relais, dont il ne se contente pas plus que tout le monde. Il jouit. Il n’opère plus pendant ce temps-là. Ce n’est pas que les petits malins ne le guettent alors pour en tirer des conséquences à se regonfler eux-mêmes. Mais le saint s’en fout, autant que de ceux qui voient là sa récompense. Ce qui est à se tordre.
Puisque se foutre aussi de la justice distributive, c’est de là que souvent il est parti.
À la vérité le saint ne se croit pas de mérites, ce qui ne veut pas dire qu’il n’ait pas de morale. Le seul ennui pour les autres, c’est qu’on ne voit pas où ça le conduit.
Moi, je cogite éperdument pour qu’il y en ait de nouveaux comme ça. C’est sans doute de ne pas moi-même y atteindre.

Alors, est-ce la lecture du livre publié peu avant, en 1972, par Paul Demiéville et la présentation de « l’homme vrai sans situation » qui ont inspiré ces propos à Lacan ? L’analyste serait destiné à être, comme le saint, « rebut de la jouissance », « bâtonnet à se sécher le bran », ou, comme le pointe Jacques-Alain Miller en marge du texte de Lacan : « objet (a) incarné ».

samedi 10 décembre 2011

Les bonnes questions

Croire que La Crise est économique, financière, sociale, politique, écologique ou idéologique, c’est toujours croire… Si nous nous posions la question « comment croyons-nous », peut-être qualifierions-nous La Crise d’épistémologique..
Le malheur de l’homme, semble-t-il, vient de ce qu’il n’a pas trouvé le moyen de transformer la régulation individuelle en servomécanisme inclus dans l’espèce, il s’arrête toujours en chemin à des groupes, des sous-ensembles qui ne conceptualisent pas eux-mêmes leur appartenance à cette espèce ni ne découvrent les moyens d’être englobés par elle. Il n’est pas étonnant, dans ces conditions que nous nous apercevions tardivement que l’espèce humaine n’a pas géré les biens à sa disposition, biens matériels et énergétiques, monde vivant de la flore et de la faune et monde humain lui-même, aboutissant à l’organisation des structures économiques et sociales. En effet, tous les niveaux d’organisation qui vont de la molécule au système nerveux humain et à son fonctionnement en situation sociale ont jusqu’ici été ignorés et remplacés par un discours, dont la raison d’être est que l’analyse logique à partir de faits dits objectifs aboutit forcément à la réalité ; mais la logique du discours n’a rien à voir avec la logique de la chimie et de la neurophysiologie du système nerveux humain en situation sociale….
….Aussi longtemps que les connaissances progressives qui concernent le système nerveux central et que nous en avons ne feront pas partie de l’acquis fondamental de tous les hommes, au même titre que le langage dont il est la source (alors que celui-ci exprime surtout notre inconscient sous le déguisement du discours logique), nous ne pourrons pas faire grand-chose. Tout sera toujours noyé dans le verbalisme affectif….
H. LABORIT La colombe assassinée, p. 34

lundi 5 décembre 2011

TRAS LOS MUROS QUE ENCIERRAN A LA BESTIA: REFLEXIONES SOBRE LA PRISIÓN

No sé  como empezar a escribir. Llevo un mes pasando consulta en prisión y saber que se acaba me hace sentir una mezcolanza de sentimientos extraña. Se me forma un nudo en la garganta mientras escribo. La pena que me presiona los ojos y se me anuda en la nuez se mezcla con la impotencia y la rabia. Antes podía imaginarlo: ahora lo he vivido, lo he visto por mi mismo. La miseria humana, hecha institución. Supongo que tiene que ver con que la experiencia ha apelado a lo más profundo de mi ser, a lo que me empeño en llamar “humanidad”, por profesar la fe de los que piensan que esto es un principio común a toda la raza humana. Aunque después de esto, quizás sea el peor momento para seguir creyéndolo. Humanidad que surge de contemplar el sufrimiento ajeno, humanidad que me atormenta al saber que poco puedo hacer para aliviarlo. Humanidad que se pregunta cuantos más tienen que ser enterrados en vida en estas tumbas de hormigón armado para que esta sociedad en descomposición comprenda que la barbarie no es cosa del pasado, sino que está muy presente, pagada por nuestros impuestos. Como dicen los Koma: “2 años, 4 meses y un día, justicia: castigo”. La venganza que antaño se cebaba en patíbulos a la vista del pueblo ahora se condensa entre cuatro paredes, materializada en la opacidad de la institución “democrática”. Pero no somos más “civilizados”, sigue siendo venganza, refinada, pero irracional, al fin y al cabo. 
Profesionalmente la cárcel ha resultado ser un lugar interesante. Casi que no puedes aburrirte, casi que nunca se hace rutinario. Un individuo privado de libertad en un antro como es un centro penitenciario pierde mucho más que esta. Se considera, ya de por sí, dentro de “un grupo de riesgo” como dicen los epidemiólogos. Riesgo de padecer tuberculosis, VIH, hepatitis, micosis múltiples, problemas gastrointestinales variados, cánceres, toxicomanías, traumatismos, pérdida de dentadura, defectos sensoriales, envejecimiento prematuro. Riesgo de morir colgado de una soga, riesgo de morir por sobredosis, riesgo de morir desangrado, riesgo de marcarte de por vida, riesgo de perder la cabeza. Riesgo de no volver a ver a los tuyos, riesgo de perder todo lo que eras. Riesgo de acostumbrarte a vivir sin vivir, y nunca más poder sentirte realmente vivo. No. No puedes aburrirte. Falta tiempo, falta tiempo para pensar en como hacer saltar por los aires esta mierda de lugar.
He visto un chico de 20 años a punto de un coma cetoacidósico pretendido, arrollado por quien sabe qué angustias personales. He visto gente drogada, colgada de benzodiacepinas, recetadas por los propios médicos, en un intento de “quitarse condena”, de “robarle algunos días al juez”. He visto personas enganchadas a la metadona, que nunca habían sido toxicómanas, solo porque el abogado de oficio les dijo que estar en el PMM (Programa de Mantenimiento de Metadona) reduciría la pena impuesta por el letrado. He visto multitud de roturas del 5º metacarpo, provocadas por un ataque de ira, un momento de lucidez inminente que te destroza por un segundo la cabeza, y te hace golpear la pared del chabolo, la puerta de tu celda. Aquí, los médicos lo llaman desfogar. A mí me parece que a través del dolor el preso se libera de la alienación que todo el mundo sufre en estos centros de exterminio, y toma posesión de lo único que el estado no les ha robado: su propio cuerpo. Ese que se cortan para hacer casi cualquier reivindicación, “chinándose” las venas, para que un médico llegue y cosa, y la herida cierre, pero quede la cicatriz. Brazos llenos de cortes. Llenos de feas cicatrices, que recuerdan. Recuerdan el trankimazín que no les dieron, el permiso que le denegaron, la conducción que no pidieron, la instancia que nunca llegó a su destino. Cicatrices que nunca curarán, por muy cerradas que estén. Cicatrices que confirman que ya no eres persona, sino preso.  
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dimanche 4 décembre 2011

Sur l’Eloge de la fuite, ou la question des stratégies de domination


Se doter de marges d'autonomie et dans un semblable mouvement marquer les lieux de nos dépendances, c'est à peu près comme cela que ça marche. 
(Ph. PRAXIS)
 
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"Tant qu’on n’aura pas diffusé très largement à travers les hommes de cette planète la façon dont fonctionne leur cerveau, la façon dont ils l’utilisent, et tant que l’on n’aura pas dit que jusqu’ici cela a toujours été pour dominer l’autre, il y a peu de chance qu’il y ait quoi que ce soit qui change."
Dialogue d’Henri Laborit dans Mon oncle d’Amérique, d’Alain Resnais, film que ses théories ont inspiré et dans lequel il jouait son propre rôle.
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Le système nerveux. Cette chose commune à tous les animaux, leur permettant - avant tout - de survivre. Et qui, si on suit la théorie scientifique de L’éloge de la fuite, nous guide inconsciemment dans chacune de nos actions. Rend possible toutes les stratégies de domination, matrice essentielle de compréhension de notre organisation économique et sociale, du système politique et de la société de consommation. [1]
Le système nerveux, base d’une domination omniprésente
Chirurgien, biologiste, spécialiste du système nerveux, inventeur de drogues psychotropes, philosophe "vulgarisateur" des neurosciences… Multidisciplinaire, Henri Laborit a su montrer une rare capacité d’extrapolation de sa formation scientifique [2] afin de faire émerger une matrice de compréhension des comportements animaux et humains plus performante. Il fut le premier à exprimer l’idée que le système nerveux peut être responsable de tous nos actes, mais aussi, partant, du système de domination sociale. Et à construire toute une philosophie autour, faisant ainsi des liens uniques entre biologie animale et organisation sociale.
Dès le début de L’Eloge de la fuite, Laborit tape un grand coup en s’acharnant à détruire toute idée d’amour (déjà bien écornée par les déterminismes sociologiques et psychologiques) :
"Il [le mot « amour »] donne bonne conscience, sans gros efforts, ni gros risques, à tout l’inconscient biologique. Il déculpabilise, car pour que les groupes sociaux survivent, c’est-à-dire maintiennent leur structure hiérarchique, les règles de la dominance, il faut que les motivations profondes de tous les actes humains soient ignorées. Leur connaissance, leur mise à nu, conduirait à la révolte des dominés, à la contestation des structures hiérarchiques."
Puis il s’intéresse à l’homme et à son rapport a la mort, considérée comme le plus grand des facteurs de créativité :
"Même en écarquillant les yeux, l’homme ne voit rien. Il tâtonne en trébuchant sur la route obscure de la vie, dont il ne sait ni d’où elle vient, ni où elle va. Il est aussi angoissé qu’un enfant enfermé dans le noir. C’est la raison du succès à travers les âges des religions, des mythes, des horoscopes, des rebouteux, des prophètes, des voyants extralucides, de la magie et de la science d’aujourd’hui. Grâce à ce bric-à-brac ésotérique, l’homme peut agir. Du moins il ne demande qu’à le croire pour soulager son angoisse. Mais, dès sa naissance, la mort lui passe les menottes aux poignets. C’est parce qu’il le sait, tout en faisant l’impossible pour ne pas y penser, qu’il est habituel de considérer que lorsque des primates ont enterré leurs morts en mettant autour d’eux leurs objets familiers pour calmer leur angoisse, dès ce moment, ces primates méritent d’être appelés des Hommes."
Il développe l’idée du plaisir comme recherche fondamentale de l’être humain, contrecarrée par la tradition judéo-chrétienne au profit, une fois de plus, du système de dominance :
"Toute une idéologie de la souffrance est ainsi née au cours des siècles, qui a permis aux dominants de s’abreuver aux sources du plaisir en persuadant les dominés qu’ils avaient bien de la chance dans leur souffrance car elle leur serait remboursée au centuple dans l’autre monde."
Et ce lavage de cerveau touche également l’idée du travail :
"On aurait pu espérer que, libérés de la famine et de la pénurie, les peuples industrialisés retrouveraient l’angoisse existentielle, non pas celle du lendemain, mais celle résultant de l’interrogation concernant la condition humaine. On aurait pu espérer que celle résultant du temps libre, autorisé par l’automation, au lieu d’être utilisé à faire un peu plus de marchandises, ce qui n’aboutit qu’à mieux cristalliser les dominances, serait abandonné à l’individu pour s’évader de sa spécialisation technique et professionnelle. En réalité, il est utilisé pour faire un recyclage au sein de cette technicité en faisant miroiter à ses yeux, par l’intermédiaire de cet accroissement de connaissances techniques et de leur mise à jour, une facilitation de son ascension hiérarchique, une promotion sociale. Ou bien on lui promet une civilisation de loisirs. Pour qu’il ne puisse s’intéresser à l’établissement des structures sociales, ce qui pourrait le conduire à en discuter le mécanisme et la validité, donc à remettre en cause l’existence de ces structures, tous ceux qui en bénéficient aujourd’hui s’efforcent de mettre à la disposition du plus grand nombre des divertissements anodins, exprimant eux-mêmes l’idéologie dominante, marchandise conforme et qui rapporte."
La vision de Laborit englobe ainsi tous les domaines de la vie quotidienne, avec une rare acuité. Mais c’est quand il évoque les stratégies de domination que le scientifique se révèle le plus percutant.
Rappelons d’abord que le système nerveux permet la conservation du corps et de l’esprit de l’être vivant. Face à chaque situation, c’est lui qui nous dicte la conduite à tenir et enregistre inconsciemment l’effet positif ou négatif de la réponse apportée, grâce à sa capacité de mémorisation. Il nous pousse ainsi à toujours rechercher le plaisir ou, du moins, le minimum de déplaisir.
Une philosophie de l’action
Selon Laborit, face à une situation de tension, il existe trois possibilités.
- L’homme réagit, il "combat", et le résultat est positif. Il a su faire cesser le stress, mais est rentré dans le jeu de domination. "Jeu" qui génère constamment davantage d’angoisse, afin de conserver ou d’améliorer sa place sur l’échelle hiérarchique, incarnée par la société de consommation.
- L’homme réagit, mais le résultat est négatif. Dans ce cas le système nerveux risque, par la suite, d’inhiber l’action, d’empêcher l’individu d’agir, ce qui est la situation qui génère le plus de tension, de stress et d’angoisse.
- Ultime option, la fuite. Celle-ci s’opère grâce à la mémoire, qui "apporte de l’information a la matière", c’est-à-dire qui permet d’imaginer. L’homme évite ainsi de rentrer dans le jeu des "dominances", se préserve et construit en même temps quelque chose de typiquement humain, de totalement personnel, en "fuyant" dans l’imaginaire.
Pour Laborit, c’est là le seul palliatif acceptable et utile. Il place ainsi la création au sommet de tout, et en fait le principe le plus important qui soit, le seul qui nous permette d’avoir une chance d’évoluer dans un sens intéressant.
Problème : même dans l’imaginaire, l’homme n’est pas vraiment responsable de ce qu’il fait, puisqu’il reste guidé par le système nerveux. En revanche – et c’est tout le sens du combat du scientifique – le fait d’en être conscient représente le premier pas vers un début de "libération".
Une profonde philosophie politique.
La facette politique ? Elle s’affirme tout d’abord avec la critique des deux systèmes des années 1970, les ogres capitalistes face aux grand méchants Loups soviétiques. Les premiers ont l’argent et l’accumulation de biens matériels pour matrice principale du système de dominance ; les seconds ont vidé la société de cette dimension pour ne conserver qu’un système de domination hiérarchique d’autant plus fort. De manière scientifique, Laborit éclaire ainsi sous le jour de la domination frénétique des uns sur les autres les systèmes politiques et économiques de son temps :
"Les sociétés libérales ont réussi à convaincre l’individu que la liberté se trouvait dans l’obéissance aux règles des hiérarchies du moment et dans l’institutionnalisation des règles qu’il faut observer pour s’élever dans ces hiérarchies. Les pays socialistes ont réussi à convaincre l’individu que lorsque la propriété privée des moyens de production et d’échanges était supprimée, libéré de l’aliénation de sa force de travail au capital, il devenait libre, alors qu’il reste tout autant emprisonné dans un système hiérarchique de dominance."
Mais plus que sa critique du système soviétique, c’est lorsqu’il parle de la société capitaliste, de celle qui pousse sans cesse à la consommation, que Laborit touche au point sensible. Parce qu’il décrit un système de domination auquel personne ne peut échapper. Encore moins au niveau individuel : on ne fuit pas son propre système nerveux… On apprend à vivre avec, à la rigueur : ceux qui sont en bas de l’échelle gardent l’espoir de monter ou exercent leur domination dans d’autres domaines que le professionnel, en famille ou au café du coin, s’arrangeant avec la réalité pour qu’elle ne leur fasse pas trop mal à la tête.
La grande imposture, c’est d’avoir réussi à suffisamment laver les cerveaux pour rendre les hommes complices et acteurs de leur propre domination. D’abord en leur crevant les yeux, pour qu’ils ne puisse plus la voir. Puis, lorsqu’elle est trop évidente, en leur apprenant à la désirer et en leur faisant croire qu’ils ont intérêt à jouer le jeu. En leur figurant - surtout - que l’accumulation de biens matériels peut être suffisante pour calmer sa frustration. Jusqu’à l’organisation des loisirs - enfin - pour éviter que les hommes ne se posent trop de questions "existentielles".
Mais, à ce jeu, chacun est perdant. Même ceux qui sont en haut de l’échelle ne vivent plus qu’en fonction de cela. Peut-on encore appeler ça "vivre" ?
La matrice est donc cette accumulation de biens matériels, avec tout ce qui va avec (obsolescence programmée, pollution, abrutissement des masses…). Pour remplacer la guerre de chacun contre tous. Parce que c’est censé être mieux que de "vivre comme des bêtes". Parce que ça permet aux hommes d’oublier qu’ils restent soumis, comme tous les animaux, aux pulsions d’un système nerveux les faisant rentrer dans les échelles de domination. Tout juste : le lieu du combat a été déplacé. Sans que ça ne change rien au fond.
Ainsi, même dans la contestation, l’homme se bat toujours pour ses propres intérêts :
"Croire que l’on s’est débarrassé de l’individualisme bourgeois parce que l’on s’exprime à l’ombre protectrice des classes sociales et de leurs luttes, que l’on semble agir contre le profit, l’exploitation de l’homme par l’homme, les puissances d’argent, les pouvoirs établis, c’est faire preuve d’une parfaite ignorance de ce qui motive, dirige, oriente les actions humaines et avant tout de ce qui motive, dirige et oriente nos propres jugements, nos propres actions."
Si la défense de leurs intérêts est flagrante chez certains dominants – d’ailleurs parfois assumée [3] - , c’est moins le cas lorsqu’elles se cachent sous le fard des bons sentiments et du bien collectif, surtout quand cette culture de la "contestation" est avalisée par le système en place. Ainsi : "En pays capitalistes (…), le système, cimenté par la puissance adhésive de la marchandise, accepte, pourvu qu’elle se vende, toute idée, même révolutionnaire. Sa vente ne peut que favoriser la cohésion du système et montrer le libéralisme idéologique de la société qui l’autorise."
Même l’image des soi-disant héros, martyrs mourant pour une cause, passe à la moulinette de sa grille de lecture "déterministe" (parfois trop, même… c’en devient un peu déprimant…).
A la rigueur, seules quelques tendances libertaires gardent grâce à ses yeux, à la seule condition que l’idée du système à atteindre soit constamment remise en cause à mesure que l’homme avance dans sa direction, et que de nouveaux obstacles imprévus – montrant l’évidente et nécessaire imperfection de tout système se voulant idéal - se dressent sur le chemin infini de la perfectibilité sociale.
Surtout, le seul critère permettant de choisir une idéologie politique selon Laborit est celui de "la defense de la veuve et de l’orphelin" :
"Toute autorité imposée par la force est à combattre. Mais la force, la violence, ne sont pas toujours du côté où l’on croit les voir. La violence institutionnalisée, celle qui prétend s’appuyer sur la volonté du plus grand nombre, plus grand nombre devenu gâteux non sous l’action de la marijuana, mais sous l’intoxication des mass media et des automatismes culturels traînant leur sabre sur le sol poussiéreux de l’histoire, le violence des justes et des bien-pensants, ceux-là même qui envoyèrent le Christ en croix, toujours solidement accrochés à leur temple, leurs décorations et leurs marchandises, la violence qui s’ignore ou se croit justifiée, est fondamentalement contraire à l’évolution de l’espèce. Il faut la combattre et lui pardonner car elle ne sait pas ce qu’elle fait. On ne peut en vouloir à des êtres inconscients, même si leur prétention a quelque chose d’insupportable souvent. Prendre systématiquement le parti du plus faible est une règle qui permet pratiquement de ne jamais rien regretter. Encore faut-il ne pas se tromper dans le diagnostic permettant de savoir qui est le plus faible. (…) Et tout cela n’est valable que si vraiment vous ne pouvez pas vous faire plaisir autrement. Si, en d’autres termes, vous êtes foncièrement masochiste. Sans quoi, la fuite est encore préférable et tout aussi efficace, à condition qu’elle soit dans l’imaginaire. Aucun passeport n’est exigé."
Pas de solution toute faite ni de Grand soir, donc. Il faut chercher, seulement. Dans une direction peut-être meilleure que les autres, mais sans la considérer comme quoi que ce soit d’absolu…
Attention : cela ne signifie pas qu’il ne faille pas agir. Seulement qu’on ne peut prédire le résultat de l’action avec certitude. "Mais cela veut dire aussi que toute action fondée sur l’utopie a plus de chance de se révéler efficace que la reproduction balistique des comportements anciens. La seule chose dont nous puissions être sûrs, c’est qu’au niveau des sociétés humaines l’évolution existe."
Une piste pour sortir du marécage déterministe
Clairement, Laborit ne nous épargne pas. Ce réquisitoire implacable, démontrant notre soumission constante aux échelles de domination, peut pousser à la déprime. Pourtant, ce n’est pas du désespoir qui émerge de cette entreprise de destruction systématique, au contraire même. Partant du principe que la politique de l’autruche ne sert pas à grand chose, et considérant que la conscience éclaire, le choc est en fait salvateur :
"En réalité, ce que l’on peut appeler ’liberté’, si vraiment nous tenons à conserver ce terme, c’est l’indépendance très relative que l’homme peut acquérir en découvrant, partiellement et progressivement, les lois du déterminisme universel. Il est alors capable, mais seulement alors, d’imaginer un moyen d’utiliser ces lois au mieux de sa survie, ce qui le fait pénétrer dans un autre déterminisme, d’un autre niveau d’organisation qu’il ignorait encore."
L’acceptation et la compréhension de ces logiques ne provoquent pas l’inhibition, mais nous renforcent dans une autre dimension inexpliquée, aux ramifications infinies et aux possible impensables, ceux de la "fuite" constructive dans la création.
"L’imaginaire s’apparente ainsi à une contrée d’exil où l’on trouve refuge lorsqu’il est impossible de trouver le bonheur parce que l’action gratifiante en réponse aux pulsions ne peut être satisfaite dans le conformisme socio-culturel. C’est lui qui crée le désir d’un monde qui n’est pas de ce monde. Y pénétrer, c’est ’choisir la meilleure part, celle qui ne sera point enlevée’. Celle où les compétitions hiérarchiques pour l’obtention de la dominance disparaissent, c’est le jardin intérieur que l’on modèle à sa convenance et dans lequel on peut inviter des amis sans leur demander, à l’entrée, de parchemin, de titres ou de passeport. C’est l’Eden, le paradis perdu, où les lys des champs ne filent, ni ne tissent. On peut alors rendre à César ce qui est à César et à l’imaginaire ce qui n’appartient qu’à lui. On regarde, de là, les autres vieillir prématurément, la bouche déformée par le rictus de l’effort compétitif, épuisés par la course au bonheur imposé qu’ils n’atteindront jamais."
C’est là le seul moyen, finalement, de laisser une empreinte sur la terre. Vivre dans l’esprit des autres. Eviter les logiques de domination et l’angoisse qui en résulte. Avancer. Faire quelque chose d’utile de sa vie.
"La seule façon que nous ayons de survivre, de ne pas mourir, c’est à l’évidence de nous incruster dans les autres et, pour les autres, la seule façon de survivre c’est de s’incruster en nous. Mais cette incrustation n’est pas celle de l’image tronquée qu’un individu peut fournir de lui-même, toujours passagère et fugitive, mais celle des concepts qu’il a pu engendrer."
Reste une question : pourquoi avoir si peu entendu parler de ce livre fondamental ? Simple : tous ceux qui détiennent du poiuvoir au sein de la pyramide sociale n’ont aucun intérêt à ce que ces idées subversives [4] ne se transmettent trop.
"Ceux qui profitent de cette ignorance, sous tous les régimes, ne sont pas prêts à permettre la diffusion de cette connaissance. Surtout que le déficit informationnel, l’ignorance, sont facteurs d’angoisse et que ceux qui en souffrent sont plus tentés de faire confiance à ceux qui disent qu’ils savent, se prétendent compétents, et les paternalisent, que de faire eux-mêmes l’effort de longue haleine de s’informer."
Le seul moyen de sortir de ce bourbier serait donc de "réinventer les relations interindividuelles", au niveau mondial si possible. Sinon, ne reste que la fuite dans l’imaginaire…
"C’est le propre de la condition humaine et c’est l’éloge de la fuite, non en arrière mais en avant, que je suis en train de faire. C’est l’éloge de l’imaginaire, d’un imaginaire jamais actualisé et jamais satisfaisant. C’est la Révolution permanente, mais sans but objectif, ayant compris des mécanismes et sachant utiliser des moyens sans cesse perfectionnés et plus efficaces. Sachant utiliser des lois structurales sans jamais accepter une structure fermée, un but à atteindre."

Notes

[1] Nul besoin - n’est-ce pas - d’évoquer ici Bourdieu. Vous êtes lecteurs trop cultivés pour un si évident rappel…
[2] "Il y a bien Edgar Morin, Michel Serres ou d’autres scientifiques plus engagés dans la société civile ou dans la reliance disciplinaire, au-delà de la spécialisation, mais tous restent dans un humanisme bien plus classique. Penser en laboratoire et ne pas étendre à la société et à la possibilité générale d’une prise de conscience de l’homme sur son fonctionnement nerveux ou cérébral : comme s’il y avait trop d’intérêt au fond à ce que cet être humain reste prisonnier de ses habitus comportementales", souligne ainsi un certain Guillaume Bryon, sur le site Culturopoing.
[3] Ainsi du milliardaire américain Warren Buffett affirmant : "La lutte des classes existe, et c’est la mienne qui est en train de la remporter."
[4] Comme toute théorie scientifique tendant à éclairer et remettre en cause le système de domination existant. Comme toute philosophie politique allant dans ce même sens. Evidemment, une théorie qui mêle les deux…

SOURCE : ARTICLE XI

El Comité Invisible nos habla de Google +

http://biblioprecario.blogspot.com/


GHOSTRIDERS from Bicycle Store on Vimeo.


"Bastante más temibles son los círculos, con su textura flexible, sus cotilleos y sus jerarquías informales. Hay que rehuir cualquier círculo. Cada uno de ellos parece estar encargado de la neutralización de una verdad. Los círculos literarios están ahí para hacer acallar la evidencia de los escritos. Los círculos libertarios, la de la acción directa. Los círculos académicos, para reprimir lo que sus investigaciones implican hoy para la mayoría. Los círculos deportivos, para contener en sus gimnasios los diferentes modos de vida que deberían engendrar las diferentes formas de deporte. Hay que rehuir particularmente los círculos culturales y los círculos militantes. Son los morideros a los que van a parar tradicionalmente todos los deseos de la revolución. La tarea de de los círculos culturales es identificar las intensidades nacientes y sustraeros, exponiéndolo, el sentido de lo que hacéis; la tarea de los círculos militantes es despojaros de la energía para hacerlo. Los círculos militantes extienden su entramado difuso por todo el territorio, se cruzan en el camino de todo devenir revolucionario. Sólo son portadores de sus muchos fracasos, y de la amargura que les generan."

La insurrección que viene, pp. 128-129



jeudi 17 novembre 2011

fashionisme= le fachisme + la vaseline

« Il n'est pas dépourvu d'importance que nous soyons presque toujours inconscients de la tendance de nos changements d'état. Une fable quasi-scientifique raconte que, si vous arrivez à faire asseoir tranquillement une grenouille dans une casserole contenant de l'eau froide et que vous augmentez la température très lentement et progressivement, de manière qu'aucun moment ne soit marqué comme celui où elle devrait bondir dehors, eh bien, elle ne sautera jamais. Elle cuira. L'espèce humaine, qui change son propre environnement en augmentant progressivement la pollution et se dégrade l'esprit en détériorant lentement la religion, l'éducation, se trouve-t-elle assise dans une telle casserole ? »

Gregory BATESON


Chez l'homme, le codage est forcément limité en raison du langage articulé, qui n'est qu'un médiat entre l'esprit et le sensible. Entre plusieurs choix analytiques, l'esprit humain préfère se ranger au principe dit du rasoir d'Occam : la complexité est évacuée au profit de l'hypothèse la plus simple. Le cerveau ignore le médiat et entraîne des réactions irrationnelles. Et dans la nature comme dans la pensée, il existe un seuil perceptif minimal de la variation propre à tout organisme, en-deçà duquel tout changement est imperceptible ; l'organisme s'habitue, s'accoutume. Parfois, note Gregory Bateson, l'esprit humain ne détecte plus la variation. Le distinguo entre changement lent et état est difficile voire aboli. Dans la post-modernité, les aliénés ne perçoivent que peu les changements les plus bouleversants, puisque le changement en est le mode de fonctionnement. En outre, le processus mental requiert une énergétique, il reçoit des stimuli. Mais une information dont le codage n'est pas perçu coupe toute stimulation énergétique chez le sujet récepteur, ou en annihile la réactivité. Et un petit coup de tittytainment pour la consocratie béate plus tard, nous sommes en 2011.
Cet accompagnement dans la conduite du changement est particulièrement efficace lorsque les membres d'un système sont conformistes et permettent d'en assurer la cohérence interne, via la reproductibilité de ce système. Dans l'homogénéité, une séquence divergente (un comportement) a donc de grandes chances d'être imprévisible, en raison des impacts mutuels des particules constitutives de ce système (le mouvement brownien). Mais à un niveau (type logique) supérieur, l'hypothèse dite de Russell dépasse l'individu pour considérer d' « immenses foules ou classes d'individus ». Il entend déterminer les lois qui feront obstacle à la stochastique, par la qualité de la nouveauté et la limitation du potentiel de divergence. L'hypothèse est vérifiable après le passage de nos ingénieurs sociaux. Par ailleurs, tout changement – dans la nature comme dans la pensée – nécessite de l'information. Mais la « matrice réceptrice » doit être propice à la réception de cette information, sous peine d'imperméabilité au changement, en particulier si les propositions sont déformées par le système de codage (trop) profondément implanté chez le sujet. D'où l'emploi d'un côté de la stratégie du choc (voir Naomi Klein), et de l'autre l'incapacité patente des gens à ouvrir les yeux sur l'urgence d'une troisième voie.
Tout système doit son équilibre et sa pérennité à une régulation correcte, qui passe par une « valeur » optimale (dite métavaleur, située au niveau moyen de l'éventail), un seuil au-delà ou en-deçà duquel sa survie est menacée. Trop de séquences convergentes comme divergentes représentent un risque mortel pour sa survie. Changement et intolérance sont ainsi en constante interaction : « Le changement d'une variable met en évidence la valeur critique de l'autre. » Il en découle que la vie – au sens large – est faite de changements, mais que certaines constantes sont nécessaires (des éléments conservateurs, pour faire tiquer les progressistes). Pour reprendre Bateson et son exemple du funambule sur la corde raide : de petits coups de vents ou des vibrations de la corde ne le feront pas chuter, mais l'intensité dans ces variations doit rester minime pour ne pas provoquer sa chute. En cela, le totalitarisme du mondialisme est amené à mourir de lui-même (aidons-le malgré tout) puisque c'est la confrontation d'informations distinctes qui permet d'opérer une différence qui produira l'information. Ce croisement de variables est infini, et les cas multiples, dans ce que Bateson nomme ces « versions multiples du monde » : battement et moiré, les deux sexes, les langages synonymes, la sommation synaptique (l'action conjuguée des neurones A et B permet d'activer le neurone C), la vision binoculaire, etc.. L'échange d'informations est biaisé dans un système où les éléments divergents sont toujours plus nombreux et toujours plus ignorés, dans la maladie comme en société : mal décodée, l'information n'influe pas correctement sur le comportement des élites. La rétroaction est inopérante, et aucune différence d'information n'est produite puisqu'il n'y a pas de relation. 
Le problème est que les comportements individuels comme collectifs sont le produit de causalités circulaires. Dans les relations (d'un point de vue structuraliste), une différence se produit entre deux éléments en interaction. (1) Celle-ci peut être symétrique (à probabilité mimétique, compétition, rivalité, émulation mutuelle, etc.) ou complémentaire (différent mais adaptation de l'une à l'autre : domination-soumission, dépendance-assistance). Dans les deux cas, on assiste à une escalade progressive dans les relations, que Bateson a nommée la schismogenèse. Celle-ci peut conduire à l'emballement puis à la rupture du système. (2) Seule une combinaison des deux annule la tension. Le circuit correcteur, pour pallier la défaillance, ne doit pas concerner qu'un secteur du système (parlons au choix d'un nœud borroméen ou d'une complémentarité des classes). En effet, les variables affectent le système entier à travers le temps. Suivant l'influence de l'information transmise et la production de différence qui en résulte, le système peut en être affecté voir modifié, et donc survivre ou mourir. Tout dépend de la force du mécanisme autocorrecteur systémique.

Quant à l'information, comment la décoder correctement ? L'esprit récepteur doit s'informer sur elle en décodant des métamessages (des messages sur les messages). Cela va de soi, la signification du code varie selon ce code et la relation entre l'émetteur et le récepteur, ce qui peut aboutir à la schizophrénie, via ce que Bateson a théorisé sous le nom de double bind (double contrainte). Il s'agit de l'injonction paradoxale : « Sois libre », « Désobéis », etc. A défaut de pouvoir agencer les types logiques, l'homme atteint de double bind serait incapable, à l'instar du chien de Pavlov, de discriminer les indicateurs de contexte. Inapte à la logique, il rallierait alors les explications surnaturelles (ou la pensée magique ?). En fin de compte, l'esprit meurt lorsqu'il ne décode plus les boucles porteuses d'information. Il perd alors toute autonomie, c'est-à-dire le contrôle de soi.

Cette dernière citation de Bateson confirmera une fois de plus que le système libéral, avec ses sacro-saints Marché et Droit, sa fuite en avant, son refus de l'éthique et d'une philosophie est tout bonnement l'Anti-Vie par excellence : « Un monde de sens, d'organisation et de communication n'est pas concevable sans discontinuité, sans seuil. Si les organes sensoriels ne peuvent recevoir de nouvelles que de la différence, si les neurones ou bien sont excités ou bien ne le sont pas, alors le seuil devient nécessairement un aspect de la façon dont est assemblé le monde vivant et mental. »

(1) D'après Bateson, les contextes de la vie s'apprennent par la relation externe entre au moins deux individus. Une relation est donc toujours le produit d'une double description. Elle est une double vision (Watzlawick dirait qu'elle recouvre deux réalités), et elle influence le comportement de chacun. De ce fait, la relation précède toujours les changements de comportement. La « fierté » d'un groupe, par exemple, ne se définit par exemple que par rapport à un autre groupe. Tout fonctionne sur des structures d'échange, des combinaisons de double description. Ainsi, la compréhension du comportement donne un nouveau type logique d'apprentissage.

(2) L'unité d'interaction minimale, lit-on, est constituée de trois éléments : stimulus, réponse, renforcement.

mercredi 16 novembre 2011

Ruine de l'expérience (situation de transhumance)

Il est arrivé un moment où les expériences ne s'échangeaient plus. Ce n'était pas parce qu'on manquait de savoir. Au contraire, on en avait trop, il nous dépassait tous et surtout, dans sa façon de dépasser chacun d'entre nous, il était devenu impersonnel. Il pouvait faire l'objet d'expérimentations ou de vérifications, mais en tant que personnes, nous ne pouvions plus échanger entre nous à son sujet.

MORT DE LA NUIT (situation de transhumance)

Pasolini, neuf mois avant d'être retrouvé assassiné sur une plage écrivait dans son carnet : "Au début des années soixante, à cause de la pollution atmosphérique et, surtout, à la campagne, à cause de la pollution de l’eau (fleuves d’azur et canaux limpides), les lucioles ont commencé à disparaître. Cela a été un phénomène foudroyant et fulgurant. Après quelques années, il n’y avait plus de lucioles. (Aujourd’hui, c’est un souvenir quelque peu poignant du passé : un homme de naguère qui a un tel souvenir ne peut se retrouver jeune dans les nouveaux jeunes, et ne peut donc plus avoir les beaux regrets d’autrefois.)"


La nuit ne devient pas plus noire avec la disparition des lucioles ; 
au contraire, elle progresse en clarté.

"Déjà, la nuit se perd. Nous ne pouvons même plus savoir ce qu’elle a été. Il n’y a plus en France, sauf en Lozère peut-être, un seul endroit assez éloigné des villes et du faisceau de leurs lumières pour que la nuit y soit encore ce qu’elle a été dans l’expérience des poètes et des mystiques, et pour que les étoiles soient lisibles comme elles l’ont été pour toutes les générations avant nous. La Voie lactée a presque disparu. Dans les cités où vivent la grande majorité d’entre nous, on n’a plus aucune idée de ce que pouvaient être les constellations. Le ciel est lettre morte. Dans un monde sans absence, sans écart avec lui-même, constamment éclairé, sans frontière, sans ailleurs, sans étrangèreté, pareil au même, c’est toute la grande lyrique occidentale, mais universelle aussi bien, qui s’effondre et dont la haute consolation perd avec tout référent toute portée. Tout se passe comme s’il n’y avait pour l’homme, sur la terre, qu’une quantité constante d’humanité ; et plus l’homme est nombreux moins il s’en trouve pour chacun, moins il a lieu, matière, espace et raison d’être homme." (Renaud Camus, Du sens)

Oui, la nuit devient plus claire et plus insignifante.

lundi 7 novembre 2011

DISSONANCE (SITUATION DE TRANSHUMANCE)


La reproduction de la vie quotidienne


La reproduction de la vie quotidienne
Fredy Perlman (première parution : 1969)
Mis en ligne le 20 septembre 2011
Version papier disponible chez : Ravage Éditions (Paris)

The Reproduction of Daily Life, écrit à Kalamazoo (Michigan) a été publié pour la première fois en 1969 chez Black & Red Books, à Detroit. Il fut réédité en octobre 1992 dans Anything Can Happen, chez Phoenix Press, à Londres. Une première traduction française est parue dans la revue L’Homme et la Société n° 15 du premier trimestre 1975. Une seconde traduction française a été publiée dans (Dis)continuité n° 15 en juillet 2001. La traduction ci-présente, inédite, est effectuée par Ravage Éditions en 2011, à Paris.


L’activité quotidienne des esclaves reproduit l’esclavage. Par leur activité quotidienne, les esclaves ne se reproduisent pas seulement physiquement eux-mêmes et leurs maîtres, ils reproduisent également les instruments par lesquels leurs maîtres les oppriment, ainsi que leurs propres habitudes de soumission à l’autorité du maître. Pour les hommes vivant dans une société fondée sur l’esclavage, le rapport maître-esclave semble à la fois naturel et éternel. Pourtant, les hommes ne naissent pas maîtres ou esclaves. L’esclavage est une forme sociale spécifique à laquelle les hommes sont soumis exclusivement dans des conditions matérielles et historiques déterminées.
L’activité quotidienne concrète des salariés reproduit le salariat et le capital. Par leurs activités quotidiennes, les hommes « modernes », comme les membres d’une tribu ou les esclaves, reproduisent les habitudes, leurs relations sociales et les idées de leur société, ils reproduisent la forme sociale de la vie quotidienne. De même que le système tribal et l’esclavage, le système capitaliste n’est ni la forme naturelle, ni la forme définitive de la société humaine. Comme les formes sociales précédentes, le capitalisme est la réponse spécifique à des conditions matérielles et historiques données.
Contrairement aux formes précédentes d’activité sociale, la vie quotidienne dans la société capitaliste transforme systématiquement les conditions matérielles auxquelles le capitalisme répondait à l’origine. Certaines limites matérielles à l’activité humaine sont progressivement maîtrisées. A un degré élevé d’industrialisation, l’activité concrète crée ses propres conditions matérielles ainsi que sa forme sociale. Ainsi, l’objet de notre analyse ne doit pas se limiter à la manière par laquelle l’activité concrète dans la société capitaliste reproduit cette société capitaliste, mais aussi aux raisons qui font que cette activité elle-même supprime les conditions matérielles auxquelles répond le capitalisme.

dimanche 6 novembre 2011

Flatter pour assujettir (la culture pour dominer)

Un aspect méconnu du travail de Gregory Bateson réside dans la collaboration qu’il a menée avec l’OSS, l’ancêtre de la CIA. À cette occasion, il a théorisé des méthodes de contrôle social et d’ingénierie des comportements fondées sur les sentiments d’appartenance identitaire des populations et que l’on peut résumer sous le terme d’enracinement identitaire aliénant.
En l’occurrence, la manip est fort simple et consiste pour le colonisateur à valoriser et flatter la culture traditionnelle et la spécificité identitaire du colonisé, afin que ce dernier ne se sente pas agressé et se laisse ainsi dominer plus facilement. Bateson décrit les choses comme suit :

« L’expérience la plus importante menée jusqu’ici sur le réajustement des relations entre les peuples ‹supérieurs› et les peuples ‹inférieurs› est la manière dont les Russes s’y prennent avec leurs tribus asiatiques de Sibérie. Les résultats de cette expérience appuient fortement la conclusion selon laquelle il est très important d’encourager l’observation d’autrui chez les supérieurs et le désir de se montrer chez les inférieurs. En gros, ce que les Russes ont fait est d’inciter les indigènes à entreprendre un renouveau de leur culture traditionnelle tandis qu’eux-mêmes admiraient les fêtes de danse et d’autres manifestations de la culture indigène : littérature, poésie, musique, etc. Et cette attitude spectatrice a été ensuite étendue aux réalisations dans la production et l’organisation. En revanche, quand l’homme blanc pense être un modèle et encourage les indigènes à l’observer afin de voir comment on fait les choses, les indigènes finissent par créer des cultes à caractère ethnique. Le système s’amplifie jusqu’à ce qu’une machinerie compensatoire se développe et alors le renouveau des arts, de la littérature, etc. indigènes devient une arme utilisée contre l’homme blanc (des phénomènes comme le rouet de Gandhi s’observent en Irlande et ailleurs). Si, d’autre part, le peuple dominateur favorise le renouveau de la culture indigène, le système dans son ensemble est beaucoup plus stable et le culte ethnique ne peut pas être utilisé contre le peuple dominant. »

Ces données sont tirées de deux articles de David H. Price publiés dans « Horizons et débats » n°35, 13/09/2010.

samedi 5 novembre 2011

Les mots travaillent

« Le problème du langage est au centre de toutes les luttes pour l’abolition ou le maintien de l’aliénation présente ; inséparable de l’ensemble du terrain de ces luttes. Nous vivons dans le langage comme dans l’air vicié. Contrairement à ce qu’estiment les gens d’esprit, les mots ne jouent pas. Ils ne font pas l’amour, comme le croyait Breton, sauf en rêve. Les mots travaillent, pour le compte de l’organisation dominante de la vie. Et cependant, ils ne sont pas robotisés ; pour le malheur des théoriciens de l’information, les mots ne sont pas eux-mêmes « informationnistes » ; des forces se manifestent en eux, qui peuvent déjouer les calculs. Les mots coexistent avec le pouvoir dans un rapport analogue à celui que les prolétaires (au sens classique aussi bien qu’au sens moderne de ce terme) peuvent entretenir avec le pouvoir. Employés presque tout le temps, utilisés à plein temps, à plein sens et à plein non-sens, ils restent par quelque côté radicalement étrangers. (…)
Notre époque n’a plus à écrire des consignes poétiques, mais à les exécuter. »
(Début et fin de All the King’s Men, Guy Debord, paru en janvier 1963, I.S. n°8)

vendredi 4 novembre 2011

SITUATION DE TRANSHUMANCE

Toutes ces liquidités injectées…
Toujours plus de lubrifiant et de moins en moins de plaisir
La machine à jouïr est grippée… Il reste la machine à tuer.
Berlusconi, DSK, Kadhafi, Goldman Sachs, mêmes orgies, même impuissance à la plénitude.
De la téléréalité au snuff movie, il n’y a qu’une cruauté d’écart.
Guerres civiles, guerre d’Iran… produits dérivés hardcore de la Libre Concurrence.
L’homme malade préfère détruire plutôt qu’affronter le nouveau, l’inconnu, le fragile.

L'enfumage marxiste (recensions de Makhaïski)

À chaque fois que les intellectuels en lutte contre le capitalisme ont, selon l’expression consacrée, « rejoint les rangs du prolétariat », ce fut à une condition : marcher en tête. Ce qui les place naturellement en bonne position lorsque le « parti d’avant-garde » devient État.
   
À tous ceux qui s’étaient longuement demandé s’il fallait ou non « désespérer Billancourt » avant de changer de discours pour rassurer Passy, Makhaïski répondit par avance en des termes qui n’ont rien perdu de leur pertinence. « Partout les socialistes s’efforcent de suggérer aux ouvriers que leurs seuls exploiteurs, leurs seuls oppresseurs, ne sont que les détenteurs du capital, les propriétaires des moyens de production. Pourtant, dans tous les pays et États, il existe une immense classe de gens qui ne possèdent ni capital marchand ni capital industriel et, malgré tout, vivent comme de vrais maîtres. C’est la classe des gens instruits, la classe de l’intelligentsia. » Ce dont le « travailleur intellectuel » dispose, en effet, et qu’il cherche à faire fructifier au mieux de ses intérêts, c’est ce que Pierre Bourdieu appelle le « capital culturel », capital de connaissances qu’il a acquises grâce au travail des ouvriers, comme le capitaliste son usine. Car « pendant qu’il étudiait à l’université, et voyageait pour la “pratique” à l’étranger, les ouvriers, eux, se démenaient à l’usine, produisant les moyens de son enseignement, de sa formation. […] Il vend aux capitalistes son savoir-faire pour extraire le mieux possible la sueur et le sang des ouvriers. Il vend le diplôme qu’il a acquis de leur exploitation » ; à moins qu’il ne préfère prendre place dans la cohorte des « agents mercenarisés par l’État ».
Et quand des « travailleurs intellectuels » se rallient à la « cause du prolétariat » parce qu’ils jugent insuffisamment rétribuée ou reconnue la qualité des services rendus à la classe dirigeante du moment, c’est encore leur intellect qu’ils mobilisent pour masquer leurs plans et leurs calculs de « classe dirigeante potentielle, de futur propriétaire des biens pillés au cours des siècles. Ce n’est pas pour rien que l’intelligentsia a en main toutes les connaissances et sciences ». Parmi les sciences « socialistes » élaborées pour tromper le prolétariat, il en est une qui s’attire tout particulièrement les foudres de Makhaïski : le marxisme.

Selon Makhaïski, la « première tâche du marxisme est de masquer l’intérêt de classe de la société cultivée, lors du développement de la grande industrie ; l’intérêt des mercenaires privilégiés, des travailleurs intellectuels dans l’État capitaliste ». Kautsky, Plékhanov et Lénine ont parfaitement su traduire les aspirations de l’élite du savoir à prendre la succession des capitalistes au nom d’une « raison historique » incarnée dans un développement industriel inéluctable, car régi par des lois se situant « au-dessus de la volonté des hommes » et identifié au progrès scientifique, technique, et donc social. Mais il serait vain de ne voir dans cette conversion du socialisme scientifique en religion d’une nouvelle classe ascendante la trahison de la pensée du père fondateur par des héritiers plus ou moins légitimes. Marx lui-même, en effet, aurait contribué à établir cette mystification, en particulier en occultant – pour la légitimer – l’origine de la rémunération des « travailleurs intellectuels » : le produit non payé du labeur des prolétaires. C’est pour obtenir une plus grande part de la plus-value qui leur est extorquée que « l’armée des “mercenaires” privilégiés du capital et de l’État capitaliste se trouve en opposition avec ces derniers à l’occasion de la vente de ses connaissances, et agit, pour cette raison, à certains moments de la lutte, comme détachement socialiste de l’armée prolétarienne anticapitaliste ».
Plus clairvoyant que les idéologues, dont les diverses interprétations du « phénomène stalinien » devaient fleurir par la suite dans le champ de la théorie marxiste, Makhaïski a vite découvert ce qui demeure encore opaque aux yeux de ces derniers : « L’absence de propriété privée des moyens de production ne résout en rien la question de l’exploitation, même si on appelle cet état de fait, dans un contexte différent, une “production socialisée”. » Et ce n’est pas pour rien qu’il appelle la masse ouvrière à se soulever de nouveau pour ses « exigences précises de classe » contre la « bourgeoisie démocratique d’État ». Qu’il utilise l’expression de « socialisme d’État » au lieu de celle de « capitalisme d’État » pour caractériser cette « ère nouvelle de la domination de classe des travailleurs intellectuels » n’a, sous cet angle, qu’une importance secondaire, sauf pour ceux qui aiment à ne considérer que les mots pour ne pas avoir à envisager les choses.
Il va de soi que, pour l’intelligentsia, l’État « socialiste », ce ne peut être qu’elle. Mais il fallait aussi convaincre les masses que c’était le leur. La « science marxiste » va servir à poser un signe d’égalité entre le rôle dirigeant de la classe ouvrière et celui de ses dirigeants. Ainsi les prétentions de l’intelligentsia révolutionnaire seront-elles sublimées en « mission historique » du prolétariat dont elle aura épousé la cause, non sans avoir introduit « de l’extérieur », au cas où il en aurait douté, la « conscience politique » qui lui manquait. Cet accouplement tératologique va accoucher d’un monstre : le Parti-État qui, pour aider la classe ouvrière à accomplir sa fameuse « mission », « s’appuiera » sur elle au point de l’écraser.
Ainsi s’explique la réceptivité des intellectuels à l’égard du marxisme : exaltés à l’idée de faire enfin plein usage de leurs compétences, une fois délivrés de l’humiliant contrôle des propriétaires, des industriels et des banquiers « privés », ils saluent dans l’avènement du « socialisme » l’avènement de leur propre transcendance. Quant au prolétariat, réduit par les soins des théoriciens à une abstraction historico-philosophique, il ne lui restera plus qu’à développer, contre ses « représentants », son mouvement spontané pour l’autodétermination. Mais pour que son auto-activité ne soit pas que défensive, il lui faut préserver une autonomie de pensée sans cesse remise en cause par une intelligentsia qui, non contente de le priver des produits de son travail, le prive aussi de son identité sociale, beaucoup plus efficacement que peut le faire la bourgeoisie. Car le fait que, pour la première fois dans l’histoire, l’intelligentsia soit en train de devenir une classe dominante est lourd de conséquences. En empêchant la formation d’intellectuels organiques des classes opprimées et le développement d’une vision du monde qui leur serait propre, le règne de l’intelligentsia ne rend-t-il pas problématique la saisie de la réalité sociale autrement que dans les termes de l’idéologie dominante ?
Aussi faut-il souligner que l’autoconnaissance de la société est menacée de crise dès lors que le groupe social qui, normalement, assure la production, le maintien et la transmission de la culture et des finalités sociales, s’organise en une classe dont l’activité cognitive est subordonnée à ses propres intérêts de classe.

mardi 1 novembre 2011

Rene Laloux - Les Temps Morts


VIVA LA MUERTE - ARRABAL


Du grain à moudre (situation de transhumance)

La critique de la valeur digérer et diffuser  par les cercles institués:
André Orléan, L’Empire de la Valeur

Comment expliquer que des millions de producteurs et de consommateurs séparés arrivent à se coordonner pour faire fonctionner des économies de marché ? Jusqu’ici, la pensée économique y a répondu en attribuant une valeur à chaque objet marchand, rendant ainsi les échanges possibles. Ce qui ne fait que déplacer la question : qu’est-ce qui détermine alors la valeur des choses ?
(…)
André Orléan pose, après René Girard, que les individus ne savent pas ce qu’ils désirent et que, pour déterminer ce qui mérite d’être acquis, ils regardent ce qu’achètent les autres, avant de suivre par désir mimétique. Ils vont alors décider d’obtenir les objets de prestige qui leur permettront de se différencier socialement. Et le premier d’entre eux est la monnaie, car sa liquidité, sa capacité à être acceptée par les autres comme pouvoir d’achat, est première. Ainsi, « la fascination pour l’argent est au fondement de toutes les économies marchandes. Elle en est l’énergie primordiale. »