"La performance et la barbarie sont si étroitement mêlés dans la culture que seule une ascèse barbare à l’encontre de la culture et de ses matrices permet d’entrevoir l’autre face du monde. "
Inakomyliachtchi
"L’esthétique – comme dimension du symbolique devenue à la fois arme et théâtre de la guerre économique – substitue le conditionnement des hypermasses à l’expérience sensible des individus psychiques ou sociaux. L’hypersynchronisation conduit à la perte d’individuation par l’homogénéisation des passés individuels, en ruinant le narcissisme primordial et le processus d’individuation psychique et collective : ce qui permettait la distinction du je et du nous, désormais confondus dans l’infirmité symbolique d’un on amorphe."
Bernard Stiegler
"Maintenant l’homme normal sait que sa conscience devait s’ouvrir à ce qui l’avait le plus violemment révolté :
ce qui, le plus violemment, nous révolte, est en nous."
Georges Bataille

« Partout où règne le spectacle, les seules forces organisées sont celles qui veulent le spectacle. Aucune ne peut donc plus être ennemie de ce qui existe, ni transgresser l’omerta qui concerne tout. »
Guy DEBORD
«Est-ce que la proposition honnête et modeste d’étrangler le dernier jésuite avec les boyaux du dernier janséniste ne pourrait amener les choses à quelque conciliation ?»
Lettre du curé Jean Meslier à Claude-Adrien Helvétius, 11 mai 1671.


« Nous supposons également que l’art ne peut pas être compris au travers de l’intellect, mais qu’il est ressenti au travers d’une émotion présentant quelque analogie avec la foi religieuse ou l’attraction sexuelle – un écho esthétique. Le goût donne un sentiment sensuel, pas une émotion esthétique. Le goût présuppose un spectateur autoritaire qui impose ce qu’il aime ou ce qu’il n’aime pas, et traduit en « beau » et « laid » ce qu’il ressent comme plaisant ou déplaisant. De manière complètement différente, la « victime » de l’écho esthétique est dans une position comparable à celle d’un homme amoureux, ou d’un croyant, qui rejette spontanément les exigences de son ego et qui, désormais sans appui, se soumet à une contrainte agréable et mystérieuse. En exerçant son goût, il adopte une attitude d’autorité ; alors que touché par la révélation esthétique, le même homme, sur un mode quasi extatique, devient réceptif et humble. »
Marcel DUCHAMP

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dimanche 1 janvier 2012

Contra el Arte

Domingo Mestre
 
 
Domingo Mestre es un artista visual y escritor valenciano. Integró el consejo editorial de la revista "Fuera de Banda" y es miembro del colectivo United Artists from the Museum y de la Plataforma Ex-Amics de l'IVAM.

Contra el Arte como instancia metafísica porque con sus pretensiones de trascendencia resulta incapaz de generar el más mínimo acontecimiento que escape, siquiera por un momento, de la feroz tutela de la Realidad. Realidad que no es, en el fondo, sino una falaz construcción cultural tras la que se oculta nuestra impotencia para aceptar la insignificante situación que ocupamos en el mundo. Y es que, tras la entrada en crisis y posterior derrumbe de los postulados vanguardistas, son muchos (demasiados) los que considerándose sus herederos putativos reclaman el usufructo de un legado que, por derecho, a nadie pertenece; mucho menos a quienes sólo pueden vanagloriarse de haber conseguido transformar lo que fuera concebido como una «máquina de guerra», capacitada para trazar creativas líneas de fuga, en el brazo acicalado e ilustrado del actual Dominio Espectacular.

Por eso, ahora mismo, todo lo que se está haciendo desde el territorio del ARTE, no parece encaminado sino a la consolidación de su propio estatus en el entramado de la Cultura del Espectáculo. Operación que se está llevando a cabo con tanto éxito que, en muy poco tiempo, ha convertido al Museo en la institución sacra por excelencia [1]. Consideración ésta que ha sido aceptada hasta por quienes han hecho bandera de su ignorancia y su desprecio por estos temas. Y contra este «Estado de las cosas» parece que ya no resultan operativas ni las críticas ni los juicios razonables. Y no porque sean silenciadas o ignoradas, que también, sino porque todo aquello que no adopte de partida la lógica del Espectáculo [2], aunque consiguiera ver la luz, acabaría siendo sepultado de inmediato por las toneladas de artísticas memeces que se publican, a diario, en las páginas y suplementos de Cultura –y a las que su evidente irracionalidad, por desgracia, no hace más lúcidas–. La verdad es que tampoco se puede esperar gran cosa del sector Crítico-Cultural dado su alto grado de especialización en hacer lo que se debe aunque sea diciendo lo que no se debe. Ni siquiera albergamos esperanzas respecto a los propio artistas –al menos mientras sigan actuando como tales–, ya que incluso su propia rebeldía, en el caso de que la hubiera, estaría de antemano desactivada por la propia Institución que, astutamente, la tiene asumida como uno de sus paradigmas. En el mejor de los casos, no nos engañemos, todo lo producido por y desde el ARTE acabará siendo engullido y socialmente desactivado por el mejor papel couché del Mercado – y la foto de los protagonistas en el próximo suplemento del Arte es el precio que, hoy por hoy, está siendo acordado y comúnmente aceptado [3].

Pero también es verdad que ante esta situación ya no hay retroceso posible y todos los implicados sabemos que lo que se fue quedando en el camino, tras la pérdida de la Obra de Arte y de la fe en el Progreso, es algo irrecuperable. Por tanto, cualquier tentativa de vuelta atrás sería hoy una falacia tan grande, al menos, como las alocadas huidas hacia delante de quienes van corriendo tras el Futuro –o, más bien, su Futuro–.

De este modo cualquier búsqueda del sentido de la vida a través de los medios que nos proporciona la Institución ARTE queda reducida hoy a un mero simulacro vacío de sentido que, sin embargo, aparece con frecuencia preñado de nostalgias metafísicas. Tal como están las cosas, aquí y ahora, nos da la impresión de que, por no caber, a lo mejor ya no caben ni las estrategias deconstructivas –quizás, tan sólo, «la del caracol» y ni de eso estamos seguros– pues hasta la inversión concienzuda del presupuesto anterior, o sea, la posible búsqueda del sentido (o incluso del sinsentido) del arte a través del laberinto en que se ha convertido la Realidad de la vida acabaría tropezando, inevitablemente, con las infranqueables murallas de la erudición arborescente que nos está llevando, una y otra vez, a visitar los mismos lugares. Hermosos territorios desde los que no resulta difícil epatar al PÚBLICO pero desde los que nadie (nosotros tampoco) practicará ni atravesará puerta alguna.



Pero también Contra el Público

Contra el PÚBLICO, también, porque son los hombres y las mujeres los que, al constituirse como tales, reniegan de su origen, que no es otro que la gente: pura indeterminación inclasificable e incalificable, para convertirse en otra cosa, ésta sí perfectamente mensurable y controlable (y de esto algo sabemos los que hemos trabajado la performance). Es al aceptar este rol, que siempre viene impuesto desde arriba, cuando aquello que en principio era la gente se verá forzado a asumir la dinámica del grupo en el que se integra: la del Espectador. Contrafigura imprescindible para que el Espectáculo se constituya. Desde este posicionamiento, que abre un abismo conceptual entre quien hace y quien recibe, nada de lo que pueda suceder afectará en profundidad a ninguno de los implicados, pues su relación quedará condicionada por las leyes de la mediación espectacular. Y las prácticas que más afectadas se verán por ello serán, paradójicamente, aquellas cuyos planteamientos, en principio, se suponen más «radicales», tal como podrían ser la instalación [4] o la performance [5]. Será así como todos y cada uno de los actores de esta artística pantomima acabarán sustentando –y además desde abajo– las bases en las que se apoya la Sociedad del Espectáculo Integrado.